Hasta tres personas son necesarias para vestir a los "joaldunak". Lo más importante es sujetar los cencerros con fuerza para que suenen sin moverse de su sitio a pesar del movimiento. El traje pesa hasta doce kilos y lo llevan puesto durante horas. En esta ocasión reciben a sus vecinos de Zubieta, pero mañana les devolverán la visita. Al son de los cencerros ahuyentan a los malos espíritus y dan la bienvenida al despertar de la naturaleza. Es una tradición que va pasando de generación en generación.