Ioseba Fernández nos recibe en su pueblo natal. Siempre que puede acude a Iturmendi para visitar a sus abuelos y para recordar su infancia. Cuando era un niño patinaba de la mano de sus padres por las calles de la localidad. Unos años más tarde, sus progenitores se trasladaron a Pamplona para que pudiese entrenar. Recuerda que no era de los mejores y tenía miedo a la hora de competir.
Su afán de superación y de sacrificio lo han convertido en el campeón del mundo en patinaje de velocidad. Nunca lo ha tenido fácil para entrenar por la falta de pistas e incluso no tenía entrenador.
Gracias también a la ayuda de su familia o de su preparador físico, también ha conseguido batir el récord del mundo en 100 metros.
Un buen deportista y una buena persona, como resaltan sus vecinos orgullosos de Iturmendi.