«La literatura no está sujeta a tres actos"

SPC
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LETRAS Y CLAQUETAS El escritor madrileño, autor de obras como 'Héroes' o 'Rendición', dio en 1997 el salto al mundo del cine, primero como guionista de 'Carne trémula' y después como director de sus propias películas. Ahora prepara su regreso a la no

El polifacético Jorge Loriga, más conocido como Ray Loriga, tiene un amplio recorrido como escritor y  cineasta, dos artes que a lo largo de su vida ha alternado constantemente. En la literatura se inició con los relatos, hasta que en 1992 debutó con su primera novela, Lo peor de todo, a la que siguieron Héroes o Rendición, obra esta última con la que obtuvo el premio Alfaguara 2017. En cuanto al séptimo arte, Loriga trabajó en los guiones de varios filmes como Carne trémula, de Pedro Almodóvar, al mismo tiempo, que se enfrascaba en la dirección de La pistola de mi hermano, una adaptación de su obra Caídos del cielo. Ahora prepara su regreso a la literatura

Cuando piensa en un relato, ¿cómo decide si será una novela o una película?

Se separa en mi cabeza inmediatamente, casi al nacer la idea, aunque es verdad que en cine he trabajado más por encargo. Me ofrecen una idea o una adaptación y entonces hago ese trabajo que me gusta.

Pero también cuando pienso en ideas para una película, éstas se separan de las ideas literarias. No sé cómo, supongo que pienso más en texturas visuales, ritmos. Y cuando escribo una novela no me preocupa especialmente que sea apta para el cine. Ahora, por ejemplo, tenía acercamientos para llevar Rendición al cine y preferí que la adapten otras personas. Pienso que lo van a hacer mejor. 

¿Y la diferencia básica entre uno y otro arte? 

La literatura tiene la ventaja de que no está exactamente sujeta a tres actos y eso te permite jugar más con libertades. El cine es un arte de posibles. Tienes un presupuesto, tienes que pensar en una estrella, en un personaje muy definido y en una historia que tenga pulsos, sea de intriga o de comedia. Está muy basado en los géneros y la literatura en cambio es un abanico inmenso.

Cuanto alguien ve en cine la adaptación de un libro, suele hacer comparaciones. Y la mayoría de veces gana el libro.

Es un cliché. Lo que pasa es que cuando se adapta una obra suele ser porque tiene un éxito previo y el lector, por lógica, se imagina los rostros, las escenas, los vestuarios. El lector aporta una imaginación visual en su cabeza y si está fascinado con la obra es muy difícil que la interpretación del director lo satisfaga. 

¿Son los jóvenes de hoy más audiovisuales que los de antes?, ¿implica esto una desventaja para la literatura?

Quizá el entretenimiento -que incluye cine, videojuegos, redes, videos virales, gatitos haciendo gracias- quita tiempo a la lectura. Pero, por otro lado, en toda esta gira por varios países por el premio Alfaguara me ha sorprendido ver lectores de 18 a 25 años que se enganchan con los libros. Además, la verdad, cuando era crío en una clase de 40 leíamos dos o tres. No era masivo.

¿Están las sociedades distópicas tan alejadas de la realidad?

Son más bien un retrato del lugar y el momento que vivimos. No me gusta ser pesimista en cuanto a que están peor las cosas, pero creo que desgraciadamente están igual de mal. Cuando pienso en la Europa de la Segunda Guerra Mundial, con España, Italia o Alemania con dictaduras fascistas y asesinas de millones de personas, pienso qué momentos horribles hemos vivido siempre.