Reinventando el noveno arte

Rodrigo P. Miguel
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El guionista e ilustrador Frank Cho aúna en 'Skybourne' mitologías a priori tan diferentes como la artúrica o la cristiana, el cine de espías, el sobrenatural o el fantástico en una obra que resulta brillante y que escapa de todo género

Cuando los lectores eventuales de cómic miran a las carteleras de cine parece que tan solo algunos escogidos de las majors sean los destinados a protagonizar superproducciones. En las pocas ocasiones en las que se han apartado de ese canon para dar una oportunidad a otros personajes totalmente desconocidos para la gran mayoría, los resultados han sido desiguales. Éxitos como Kingsman o Kick Ass se contraponen a fracasos estrepitosos como The Spirit, la secuela de la brillante Sin City. Un círculo vicioso que hace que se regrese a las formulas conocidas, y rentables, dejando de lado tebeos con un potencial cinematográfico enorme. Esto hace que el campo de ensayo que utilizan algunos autores consagrados se limite al papel. Dibujantes y guionistas que una vez alcanzado el éxito usando personajes ajenos utilizan su popularidad para formar universos propios y sobre los que tengan un control absoluto. Tal es el caso de la obra que nos ocupa hoy: Skybourne.

Frank Cho siempre ha sido conocido como uno de los más habilidosos dibujantes del medio. Nacido en Corea del Sur en 1971 y posteriormente emigrado a EEUU, despuntaría con su primera obra como autor completo: Liberty Meadows. Una delirante tira cómica situada en una clínica de rehabilitación para animales antropomórficos con una gran variedad de problemas psicológicos. Su estilo, a camino entre el realismo y el art noveau llamó rápidamente la atención de Marvel, que le fichó para algunas de sus colecciones estrella como Spider-Man o Los Vengadores. Pero donde se dio más a conocer fue en sus portadas, algunas de ellas maravillas cercanas al pin up donde retrataba a las heroínas de Marvel o DC como auténticas chicas de portada. 

Pero Cho estaba necesitado de un proyecto propio que le acercara a sus orígenes como autor. Y tras una década de preparación anunció que en 2016 lanzaría el primero de los cinco números de su nueva miniserie: Skybourne. ¿En qué consistía aquel misterioso proyecto del que apenas se había filtrado apenas un par de imágenes? Año 2016, en la actualidad. Un desbocado Mago Merlín ha iniciado una cruzada contra la Humanidad. 

El hechicero más poderoso de todos los tiempos está a punto de abrir las temibles puertas del infierno, lo cual liberará el apocalipsis y la destrucción del mundo tal y como lo conocemos en la actualidad. Solamente los integrantes de la familia Skybourne, inmortales hijos de Lázaro, sí, el mismo, el personaje bíblico, dotados con poderes inigualables serán capaces de intentar frenar este Armagedón. Contaran para ello con la ayuda de una organización que se dedica a recopilar criaturas y objetos mitológicos para su cuidado y buen uso. 

El de Seúl aúna en apenas 130 páginas una trama que bascula entre la fantasía, el cine de espías o la acción más  desbordante. Y lo hace con una maestría gráfica y demostración de su genio a los lápices que deja de manifiesto por que es uno de los más cotizados artistas de la actualidad. Una maestría que quizás no ha estado a la altura a la hora de desarrollar los personajes un poco más, dejando solo una muestra, que no es pequeña, de lo que podría haber sido la serie de contar con más páginas para desarrollarse. A veces se nota que se pone barreras a sí mismo, no por falta de capacidad narrativa, gráfica o por cualquier limitación, sino por miedo a que el lector, acostumbrado a otras obras más fáciles de leer, desconecte de una obra de carácter genuino como es Skybourne. Una autentica lástima que esperamos solvente en una más que probable secuela de la serie, que a buen seguro y tras su recepción, tendrá lugar. 

Skybourne es, en definitiva, una obra que lleva a buen puerto la complejísima labor de aunar mitologías tan dispares entre sí como la judeocristiana y la artúrica. Algo palpable cuando desde el inicio de la miniserie, donde sin explicaciones previas, decisión muy arriesgada por parte de Cho, sitúa al lector en mitad de la acción sin desorientarlo en absoluto. Pero Skybourne es mucho más. Bebe de clásicos de la cultura popular como la saga de Los Inmortales, Expediente X, la literatura de Lovecraft o el cine de espías. Una maravilla pulp del siglo XXI con una imaginación desbordante y un apartado grafico sobresaliente que está llamada a convertirse en una obra de culto del medio. Un coctel donde cada pieza encaja a la perfección y en el que apenas encontramos fallos más allá del desarrollo de los personajes, algo exiguo en ocasiones. Skybourne queda si acaso lastrada por el riesgo de perderse entre el maremagno de novedades editoriales donde unos personajes desconocidos y no enmarcados en ningún universo conocido, ya sea este Marvel o Dc- apenas conseguirán llamar la atención de un potencial lector. Algo que demuestra el grado de incultura que a veces cae sobre un medio tan rico como el cómic. 

Panini Comics intenta remediar este escollo con una maravillosa edición en tapa dura de la obra de Frank Cho. Un volumen que aúna la colección completa con papel satinado de lujo que ayuda a destacar, aún más si cabe, los maravillosos dibujos del artista estadounidense. Cuenta con un prólogo del versátil Cels Piñol, una recopilación de portadas y una bibliografía de Cho como extras. Una edición que llama la atención y que abrirá los ojos a quienes se acerquen a ella para descubrir que hay un universo entero de buenas historias alejadas de las editoriales más grandes esperando a  ser leídas y disfrutadas.